Y derrepente en medio de la nave central, me doy cuenta de algo muy importante: la catedral soy yo, es cada uno de nosotros. Vamos creciendo, cambiando de forma, nos abordan algunas debilidades que deben ser corregidas, no siempre escogemos la mejor solución, pero a pesar de todo seguimos adelante, intentando mantenernos erguidos, correctos, de modo que honremos no a las paredes, ni a las puertas o ventanas, sino al espacio vacío que está allí dentro, el espacio en el que adoramos y veneramos aquello que nos es querido e importante.
Sí, somos una catedral, sin duda alguna. Pero ¿qué hay en el espacio vacío de mi catedral interior? Él, el Zhaír...
Lo llenó todo. Es la única razón por la cual estoy vivo.
-Fué para recordar que todos los días necesito reconstruirme a mi mismo y para aceptar- por primera vez en toda mi existencia- que amo a un ser humano más que a mi mismo.
Fragmento de El Zahír...
No hay comentarios:
Publicar un comentario