
Entre las maravillas de la naturaleza.
La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos.
Camino diez pasos y el horizonte corre diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve entonces?
Para caminar, sirve para caminar...
Nuestras antecesoras tuvieron que reprimir su naturaleza, sepultar sus sueños, acallar sus sentimientos y permanecer en la periferia de la vida y de la sociedad, para ser consideradas "buenas" mujeres, obedientes y sumisas.
Algunas tuvieron que aguantar burlas, críticas y rechazo para poder estudiar o realizar sus sueños, mientras que otras renunciaron a su femineidad al vestirse como hombres o al adjudicarse un nombre masculino, con el fin de lograr que sus obras y maravillosas creaciones tuvieran cabida en la sociedad.
Estuvieron también relegadas a un segundo plano (o quinto), en todos los asuntos y quehaceres sociales, hasta que los hombres les "dieron permiso" de votar, estudiar y realizar.
También tuvieron que aceptar la idea de que sus "HOMBRES" tenían el derecho a tener cuantas mujeres quisieran, mientras para ellas estaba prohibido el disfrute de sus sexualidad, incluso con su marido.
La escuela de la vida es como la escuela humana:
cuando pretendemos adquirir un nuevo aprendizaje, el maestro nos pone muchos ejercicios para practicar, hasta que lo dominamos.
Entonces las prácticas cesan, pues ya lo aprendimos.
Asímismo, cuando hemos aprendido una lección o logrado ese nuevo aprendizaje de la vida, ésta deja de presentarnos las situaciones que nos permitan practicar, por que ya se ha logrado el objetivo...